I
Esther
La Rouge despertó al oír el sonido de la alarma. Con los ojos aún
cerrados, buscó con la mano el interruptor sin encontrarlo. Se dio
cuenta entonces de que el sonido no era el habitual y abrió los
ojos. Lo que vio la dejó estupefacta.
-¿Qué
diablos ha pasado aquí?
Se
encontraba en su antigua habitación, la que usaba cuando aún vivía
con su familia en St. Raphael. Pero eso era imposible, cuando se
acostó estaba a años luz de la Tierra.
-Computadora,
apague el programa.
La
orden verbal no produjo ningún resultado. Inspeccionó la habitación
y eso la convenció de que no se encontraba en ninguna simulación
holográfica. Nadie podía copiar con tanto detalle ese espacio que
tan bien conocía. La pequeña mancha de humedad al lado de la
ventana, los libros de la estantería, todos esos pequeños detalles
que ningún extraño podría incluir en una simulación.
¿Qué
habría pasado? Examinó el pequeño cronómetro que había encima de
la mesilla de noche. La fecha era la correcta, así que no se trataba
de una anomalía temporal. ¿O tal vez si? Recordaba lo que estudió
al respecto en la academia. No siempre que se producía uno de esos
fenómenos implicaba un desplazamiento hacia el pasado o el futuro.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando alguien golpeó la
puerta.
-Esther,
cariño. ¿Te has quedado dormida? Venga, despierta y baja ya a
desayunar, es tarde.
-¿Mamá?
-¿Esperabas
a otra persona?
La
voz al otro lado de la puerta era inconfundible.
-No,
claro que no. Bajo enseguida.
La
Rouge se dirigió al armario y lo abrió. Ningún uniforme de la
flota, solo ropas de civil, como las que llevaría cualquier mujer de
su edad en la Tierra. Escogió un vestido, se lo puso y salió de la
habitación. Mientras recorría el pasillo de la planta superior y
descendía por las escaleras a la planta baja, observó todo a su
alrededor. Vio algunos cambios, pequeñas diferencias de como ella
recordaba todo. Las paredes del pasillo y de las escaleras habían
cambiado de color y habían un par de fotografías nuevas en las
paredes, en una de ellas aparecía ella con el resto de la familia,
sus padres, su hermano, su cuñada y su sobrino. Estaban posando
frente al arco del triunfo de París. No recordaba haberse tomado
aquella fotografía. Estaba fechada en junio de 2384. Ella no estaba
en la Tierra en ese momento. Aparte del detalle de la foto, todo eran
cambios normales, dado el tiempo que había pasado fuera. Una nueva
capa de pintura y un par de nuevos recuerdos para mostrar a las
visitas, eso era todo.
Cuando
entró en el comedor, toda la familia estaba reunida alrededor de la
mesa.
-¿Qué
pasa, se te han pegado las sábanas, hermanita?- dijo Pierre.
-¿Qué
esta pasando aquí? ¿Quiénes son ustedes y qué pretenden hacerme?
-¿Qué
clase de pregunta es esa?- intervino su madre.- ¿Qué te pasa hoy,
mi niña?
Marcel
La Rouge, su padre, dio un manotazo sobre la mesa.
-¡Esther!-
exclamó- Déjate de bromas y siéntate a la mesa. Hoy tenemos mucho
trabajo en el restaurante.
La
voz, las formas de expresarse de cada uno de ellos, no había duda,
eran realmente su familia. Se llevó una mano a la frente.
-Yo...yo...creo
que no me encuentro muy bien esta mañana.
Su
madre se acercó a ella y le puso la mano sobre la frente.
-No
tienes fiebre, aunque no me extraña, nunca te pones enferma.
-Pues
hoy tengo una jaqueca horrible, mamá.
-Está
bien, quédate en casa y descansa querida. Podremos pasar sin ti por
un día.
-¡Camille!-
intervino su padre.- Hoy vienen dos de nuestros proveedores y tenemos
una reserva para cuarenta comensales. Necesitamos todas las manos
disponibles.
Camille
La Rouge se volvió y agitó el dedo indice frente a la nariz de su
esposo.
-¡Marcel
La Rouge!- dijo- Tu hija no se siente bien. Así que hoy tendrás que
pasar con dos manos menos.
Marcel
abrió la boca para protestar, pero al ver el rostro serio de su
esposa, se limitó a soltar un bufido, se levantó y se dirigió a la
puerta de la casa.
-Estaré
en el restaurante preparándolo todo, no tardéis demasiado- dijo
antes de salir.
-Y
ahora, vuelve a la cama y descansa- añadió Camille La Rouge
acariciando la mejilla de su hija.
-Está
bien mamá, lo haré. Gracias.
Subió
de nuevo las escaleras bajo la mirada extrañada de su familia y se
encerró en su habitación. Esperó unos minutos hasta que escuchó
como su familia abandonaba la casa. Les observó por la ventana,
escondida tras las cortinas y cuando se aseguró que no volverían se
sentó frente al ordenador.
Lo
primero que hizo fue buscar datos sobre ella en las páginas de
información de la Flota Estelar. No encontró nada. Pidió,
entonces, información sobre su curso. Allí estaban todos, toda la
promoción del 56. Reconoció a todos sus compañeros de curso, pero
ella no aparecía en las fotografías ni en el anuario. Nada, ni un
solo archivo de la cadete Esther La Rouge.
Solo
se le ocurrían dos posibilidades, o estaba siendo víctima de un
engaño muy bien elaborado, aunque no podía imaginarse el motivo del
mismo, o se encontraba en una realidad alternativa en la que ella
nunca había ingresado en la Flota Estelar. Ninguna de las dos
opciones le gustó.
Se
tumbó en la cama, se relajó y empezó a pensar en su situación.
¿Qué debía hacer, cuál debía ser su primer paso? Evidentemente,
averiguar en cual de las dos posibles situaciones se encontraba. Se
levantó de un salto, salió a la calle y se encaminó al restaurante
de la familia.
Al
entrar se encontró a su madre ordenando unas botellas de vino.
-¡Esther,
mi niña! ¿Qué haces aquí?
-Ya
me encuentro mejor mamá. ¿En qué puedo ayudar?
-Échame
una mano con estas botellas. Después ya veremos.
Cuando
catorce horas más tarde regresaban a casa tras un duro día de
trabajo, Esther La Rouge estaba ya totalmente convencida de que
aquella gente no eran unos impostores, se trataba realmente de su
familia.
II
El
comandante Laurence Norn estaba en el puente, en el sillón de mando
cuando el teniente Grant, el jefe de seguridad, captó algo en su
pantalla.
-Señor,
una nave se está desocultando frente a nosotros, es un crucero de
batalla klingon, nos llaman.
Norn
se puso en pie y se acercó a la pantalla principal.
-En
pantalla, señor Grant.
La
pantalla principal se iluminó mostrando el rostro de un oficial
klingon.
-Soy
el capitán Borat de la nave de batalla imperial Klothos. ¿Hablo con
el comandante Norn?
-Soy
Laurence Norn, comandante de la nave de la Federación James T.
Kirk. ¿En qué puedo ayudarle
capitán?
-No
necesito su ayuda, humano. Mi nave lleva un pasajero que dice tener
un mensaje urgente para usted. Quiere transportarse a su nave para
entregárselo personalmente.
-¿Un
mensaje para mi? ¿Quién es su pasajero?
-Dice
llamarse Toral.
-No
conozco a ningún Toral. Ni klingon ni de otra raza.
-¿Entonces,
no quiere recibir ese mensaje?
-Deme
un momento.
Norn
cortó el audio y se puso en contacto con La Rouge, que se encontraba
descansando. Tras una breve conversación, la capitán concedió el
permiso para el transporte del mensajero.
Minutos
más tarde se encontraba en la sala del transportador esperando al
tal Toral. Sobre la plataforma de transporte se materializó un
klingon joven, bien parecido y que vestía ropas de civil.
-Permiso
para subir a bordo.
-Concedido.
El
joven bajó de la plataforma y se encaro con Norn.
-¿Es
usted el comandante Laurence Norn?
-Soy
Laurence Norn.
Entonces
el joven se llevó el puño derecho al pecho y se inclinó. Norn
reconoció el saludo tradicional con el que los estudiantes de
Mok'bara saludan a un maestro de esa disciplina.
-Soy
Toral, hijo de Malok.
-¡Malok,
mi compañero en la escuela del viejo maestro Katar! Bienvenido joven
Toral. ¿Cómo está tu padre?
-Se
encuentra bien, maestro. Te envía saludos. Él me encargó que te
trajera este mensaje.
Sacó
de entre sus ropas un rollo de un material parecido al pergamino
protegido por un sello. Norn reconoció la forma en que los
practicantes de Mok'bara comunican tradicionalmente las noticias
importantes, lo cogió y procedió a romper el sello.
-¿Sabes
cual es su contenido?
-Son
malas noticias, maestro.
Eran
malas noticias, en efecto. Malok le comunicaba la muerte del maestro
Katar. Norn se sintió conmocionado, pero se sobrepuso y continuó
leyendo. Al parecer, había entre sus alumnos dos candidatos a
suceder al maestro Katar en la dirección de la escuela. Katar dejó
escrito en su testamento que designaba a Norn como árbitro en dicha
sucesión. Él debía examinar a los dos candidatos y decidir cual
era más digno para el puesto.
Enrolló
el pergamino y apoyó una mano en el hombro del muchacho.
-Ven
conmigo Toral, te asignaremos una habitación para que descanses
hasta que podamos hablar con la capitán.
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Varias
horas más tarde, Norn y Toral estaban en el despacho de La Rouge,
donde el primero le explicó el contenido del mensaje y solicitó un
permiso para poder viajar a Kronos y cumplir con la última voluntad
de Katar.
-Debe
ser muy importante para usted cumplir con el encargo de su maestro.
-Es
una cuestión de honor, capitán.
-¿Porqué
cree que le designó a usted, un humano, como árbitro?
-Supongo
que, precisamente porque soy humano. No conozco a ninguno de los dos
candidatos, nada me une a ellos, eso me hace el más imparcial.
-De
acuerdo, permiso concedido. Pero con condiciones.
Norn
lanzó una mirada interrogativa a La Rouge.
-Comandante,
se que este es un asunto estrictamente klingon, que estará usted en
Kronos y que deberá atenerse a las leyes y costumbres klingon...pero
no olvide que es usted un oficial de la Flota Estelar...No haga nada
que haga arrepentirme de darle este permiso.
-Puede
confiar en mi, capitán.
-Lo
se. ¿Cuando parten hacia Kronos?
-En
cuando esté lista la lanzadera, cosa de una hora.
-Bien.
Buena suerte, a ambos.
-Gracias
capitán- respondieron al unísono.
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Norn
y Toral se encontraban a bordo de la lanzadera Lambda, camino
de Kronos. Hacía ya dos horas que habían salido del JTK y aún les
quedaban otras 27 para llegar a su destino. Norn ya había efectuado
las operaciones manuales pertinentes, introducido las coordenadas y
ya nada le quedaba por hacer hasta su llegada al territorio del
imperio.
-Bien
Toral, aprovechemos el tiempo que tenemos. ¿Qué puedes decirme de
los candidatos?
-En
primer lugar tenemos a Prang. Es el heredero del clan Retor. Fuerte y
astuto.
Después
está Lamak. Pertenece al clan Méloj. Es un miembro menor de su
clan. Hábil e inteligente.
Ambos
son buenos candidatos. Están igualados en la lucha. Los dos son
firmes defensores de los métodos de Katar y cualquiera de ellos
sacaría adelante la escuela con honor.
Realmente
tienes un buen dilema si has de escoger a uno de ellos.
-Bueno,
ya veremos que tan complicado es ese dilema cuando les conozca
personalmente.
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Solo
llevaban unos minutos en la zona neutral cuando aparecieron dos
cruceros de batalla que les conminaron a identificarse y a declarar
sus intenciones al adentrarse en la zona. Expusieron sus motivos y
tras comprobar que sus alegatos eran ciertos, los klingon les
concedieron el permiso para internarse en territorio del imperio.
Una
de las naves les escoltó hasta el sistema Kronos, según su capitán
para asegurarse de que no tuvieran un desagradable encuentro con unos
piratas que recorrían la región. Norn sabía que el verdadero
motivo era que querían asegurarse de que no tenía motivos ocultos y
no hacía alguna parada sospechosa antes de llegar a Kronos.
Finalmente,
atracaron en el puerto orbital y se transportaron a la superficie,
justo enfrente de la escuela de Katar. Norn sintió un cúmulo de
emociones al ver el lugar, nostalgia por el tiempo que pasó allí,
alegría por su regreso, tristeza por la muerte de su maestro...
-¿Vas
a entrar o te quedarás todo el día ahí fuera?
Norn
se volvió al oír la voz familiar.
-¡Malok!
Me alegra volver a verte, hermano. Lástima que sea en estas
circunstancias.
Los
dos hombres se abrazaron con la efusión de dos viejos amigos que se
reencuentran tras mucho tiempo.
-Pasa
Laurence, nos esperan un par de botellas de vino de sangre, tenemos
muchas cosas de que hablar.
-Espero
que tus gustos, en cuanto al vino de sangre, hayan mejorado.
III
Las
puertas de urgencias se abrieron de repente para dejar paso a unos
camilleros empujando una camilla.
-Rápido-
dijo uno de ellos- este hombre acaba de sufrir un grave accidente de
tráfico.
El
doctor Galva se acercó y realizó un rápido examen del paciente.
-Llévenlo
a la sala de escaners- dijo. -Debemos verificar las lesiones
internas.
Entraron
a la sala y pusieron al paciente bajo el ojo electrónico del nuevo
escáner médico, un juguetito del que Galva se sentía muy orgulloso
ya que era el más moderno que existía en todo el mundo.
Cuando
conectaron el aparato una imagen del interior del paciente llenó la
pantalla del mismo. Lo que allí vieron les dejó a todos
estupefactos.
-¿Qué
diablos es todo esto?- exclamó del Dr. Galva.
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Adam
Grant despertó y tras el aturdimiento inicial reconoció el lugar
donde se encontraba como una habitación de hospital. Intentó
levantarse de la cama pero el dolor que recorrió todo su cuerpo le
hizo desistir. Su mirada se dirigió a su antebrazo, donde llevaba
oculto un dispositivo de localización. Comprobó con disgusto que
este había sido retirado.
-¿Busca
esto?
Se
volvió hacia la entrada de la habitación. El que había pronunciado
estas palabras era un hombre de raza lemaciana, de mediana edad, bien
vestido que sostenía entre sus dedos el dispositivo que le habían
sustraído.
Gran
no respondió a la pregunta, intentó recordar como había llegado a
esta situación. Llevaba dos meses infiltrado en el planeta Lemac en
calidad de observador. Sus habitantes acababan de inventar el motor
warp y, como era costumbre, la federación decidió enviar a un
observador par que determinase si la población estaba preparada para
un primer contacto. El JTK se encontraba cerca del sistema del que
formaba parte Lemac y Grant se presentó voluntario para la misión.
Todo
iba bien, ya faltaba poco para que viniesen a recogerle, cuando de
pronto...un espacio en blanco y despertó en ese lugar.
-Permítame
que me presente, mi nombre es Leumas, soy agente de Seguridad
Planetaria. -El hombre alzó de nuevo el localizador. -¿Qué es, un
arma? No, no parece un arma, apuesto a que es un localizador.
Grant
persistió en su silencio pero eso no pareció desanimar al hombre.
-Parece
desorientado, es natural, le explicaré lo que ha pasado. Tuvo usted
un accidente, un conductor perdió el control de su automóvil y le
atropelló. Tiene usted suerte de estar vivo. Lleva tres días aquí.
Cuando
le trajeron, el doctor Galva lo sometió a un escáner para comprobar
sus daños y ¡vaya si se sorprendió con lo que vio! Veamos: Un solo
corazón, pero bastante más grande que la media y con cuatro
ventrículos nada menos...le faltan algunos órganos, pero a cambio
tiene algunos de redundantes e incluso un par de ellos que aún no
estamos seguros de para que sirven, también el número de costillas
es anormal...¿Continúo?
-¿Y
qué tiene eso de malo? -respondió Grant. -Son anomalías genéticas
que padecen todos los varones de mi familia desde hace generaciones.
-¡Vamos
señor Grantiel! ¿Es ese su verdadero nombre? No importa. ¿De
verdad pretende que me crea ese cuento?
-Pues
si, es la verdad.
-Tal
vez podría llegar a creérmelo si no fuera por esto -dijo mostrando
el localizador. -No, usted no es una anomalía genética.
-¿Entonces
qué soy?
-Solo
hay una respuesta posible, usted es un alienígena.
-Eso
es ridículo, los alienígenas no existen.
-Eso
pensábamos también, hasta ahora. Apuesto a que nuestros últimos
vuelos interplanetarios han llamado la atención de su gente.
-¿Pero
usted se está oyendo? Es una locura.
-¿Qué
pretenden señor Grantiel? ¿Invadirnos o exterminar a la posible
competencia?
-Está
usted loco. ¿Quién va a creerse esa tontería?
-De
momento, mis superiores. Voy a darle unos días para que se recupere.
Mientras tanto reflexione señor Grantiel. Tal vez para entonces esté
más colaborador.
-¿Y
si no es así?
-Tenemos
métodos para hacer hablar a la gente. Y algunos de ellos no son
agradables.
Leumas
abandonó la habitación y Grant escuchó como cerraban la puerta con
llave. Intentó nuevamente levantarse, pero tuvo que desistir. Se
obligó a calmarse, tendría que tener paciencia y esperar a
recuperar fuerzas. Después intentaría escapar.
-------
Después
de lo que a Grant le pareció una eternidad entró una enfermera.
-Veo
que ya ha despertado. ¿De verdad es usted un alienígena?
-¿Me
creería si le dijera que no?
-He
visto sus escáneres. Es usted muy raro por dentro. No se que pensar.
-Ese
tipo, Leumas, me ha hablado de métodos de interrogación. ¿Qué me
puede decir de eso?
-Nada,
solo soy una enfermera. Pero le diré una cosa, Seguridad Planetaria
no es famosa por la delicadeza de sus métodos. No me gustaría estar
en su pellejo.
-Eso
no ha sonado muy bien. No es usted muy buena animando a sus
pacientes.
-Ande,
tómese esto -respondió ella dándole una píldora.
-¿Qué
es?
-Tranquilo,
solo es un calmante. No le hará ningún daño. Lo ha estado tomando
durante tres días por vía intravenosa y no hay efectos secundarios.
Parece que no somos tan distintos, aunque esa sangre roja suya da un
poco de repelús.
-Ya.
No es la primera que me lo dice.
Grant
tragó la píldora y poco después estaba durmiendo plácidamente.
IV
-¡Lars...Lars!
Despierta dormilona tenemos que irnos.
Mina
Lars abrió los ojos aturdida por la voz apremiante. Al principio no
reconoció al hombre que la despertaba, pero transcurridos unos
segundos recordó ese rostro.
-¿Jorel?
-¿Porqué
me miras así? Parece que hayas visto un fantasma.
Miró
a su alrededor. Estaba en el interior de una cueva, una multitud se
congregaba en el lugar, hombres mujeres y niños, gente de todas las
edades. Algunos de ellos aún estaban durmiendo, pero otros estaban
en plena actividad, parecían prepararse para un viaje, llenando
mochilas o zurrones con viandas, todos ellos portaban armas.
Todos
eran bajoranos.
Por
fin reconoció el lugar, las cuevas de Lahmar, donde se escondía su
grupo durante la ocupación cardasiana.
-¿Qué
te pasa muchacha? ¿Te lo has pensado mejor?
Lars
miró al hombre. No podía ser él, Jorel había muerto en una
incursión que su célula hizo para liberar un campo de prisioneros.
-Esto
es una pesadilla.
-Lo
es muchacha, pero nosotros acabaremos con ella. Bajor volverá a ser
de los bajoranos, ya verás.
Se
puso en pie y entonces se percató de los cambios sufridos, Volvía a
tener el mismo aspecto que cuando tenía doce años, pequeña,
delgada, sucia...Entonces comprendió donde y cuando estaba. Aquel
era el primer día que entró en acción, la primera vez que
participó en una de las incursiones de la resistencia. Jorel era su
líder y no se había apartado de su lado ni un momento mientras duró
la acción.
-¿Vienes?
-preguntó Jorel.
-¡Claro
que si! ¿Donde está mi arma?
Jorel
le entregó un fusil de diseño cardasiano casi tan grande como ella.
Se lo echó al hombro y empezó a preparar su petate mientras
intentaba encontrar una explicación a todo aquello.
Minutos
más tarde un pequeño grupo de quince personas abandonaba el
refugio, Mina Lars iba con ellos.
Caminaron
a través de un bosque, en silencio, para no alertar a una posible
patrulla cardasiana. Lars no dejaba de darle vueltas a lo que estaba
pasando, la única explicación que se le ocurría era que había
atravesado alguna anomalía temporal. Pero también era cierto que
era mucha casualidad que una anomalía la transportara justo a ese
instante, su primera incursión como miembro activo de la
resistencia.
¿Tendría
que pasar otra vez por ese horror? La guerra, la pérdida de amigos y
familiares, la sangre, el dolor, el miedo... No, no estaba dispuesta
a pasar de nuevo por todo eso, buscaría un modo de volver a su
realidad, pero mientras tanto...
Se
detuvo cuando Jorel, que andaba al frente del grupo levantó una
mano, los demás la imitaron. Otro gesto y todos se agacharon. Jorel
avanzó en solitario arrastrándose y desapareciendo tras una
elevación. Lars intentó parecer preocupada para que los demás no
vieran nada sospechoso en su comportamiento, aunque ya sabía que
Jorel volvería sin un rasguño.
Jorel
regreso tras pocos minutos.
-Era
una patrulla -dijo en un susurro. -Ya a pasado de largo. A partir de
ahora mantened el máximo silencio, no deben detectarnos hasta que
estemos colocados según el plan.
Continuaron
caminando hasta que el campamento cardasiano apareció ante sus ojos.
El grupo se disperso según el plan preestablecido.
-Mantente
a mi lado muchacha, y tal vez puedas volver de una pieza.
Esperaron
en su sitio hasta que uno de los vehículos terrestres explotó al
ser alcanzado por un obús. Era la señal que estaban esperando, el
resto del grupo se lanzó al ataque.
-------------
Esa
noche cuando regresaron a las cuevas estaban agotados, pero eufóricos
por los daños causados a los cardasianos. El grupo no había sufrido
bajas, solo un par de heridos de poca gravedad.
-Te
has portado bien muchacha -dijo Jorel mientras le pasaba la mano por
la cabeza alborotándole aún más el pelo. -Sigue así y te
convertirás en una auténtica heroína.
-No
quiero ser una heroína, solo quiero que los malditos cabeza de
cuchara se larguen de nuestro planeta.
-Eso
el lo que todos queremos, pero para eso necesitamos héroes. Tal vez
tú seas uno de ellos.
-Ahora
solo quiero echarme a dormir, buenas noches Jorel.
-Buenas
noches Lars, que descanses.
Fue
al rincón donde tenía sus pocas pertenencias, era raro que
recordara tan bien ese detalle, se tumbó sobre su saco y se durmió.
Cuando
despertó era ya bien entrada la mañana, la habían dejado dormir.
Se levantó y empezó a deambular por el campamento, saludando a
viejos conocidos, la mayoría de ellos estarían muertos al final de
la ocupación.
-¡Lars!
Se
volvió hacia la voz y reconoció a Sela Berel, una chica de su edad
que nunca llegó a participar en acciones bélicas. Murió en un
ataque de los cardasianos a su campamento.
-Hola
Berel.
-Te
he guardado algo del desayuno.
-Gracias,
tengo mucha hambre.
El
desayuno consistía en unas raciones de combate con la consistencia
del lodo y completamente insípidas. Las comió con verdadero
esfuerzo, cuando acabó la ocupación se juró a si misma que nunca
más volvería a comer esa bazofia, pero en estas circunstancias y
sin saber cuando podría volver a llevarse algo a la boca, no le
quedaba otra.
Cuando
acabó salió de la cueva y procurando que no le vieran se alejó del
campamento. Se alejó cosa de un kilómetro y cuando se aseguró que
estaba sola se sentó al pie de un árbol y dejó que su mirada se
perdiese.
-¿Y
ahora qué voy a hacer? -se dijo.
¡El
Templo de los Profetas! Durante la ocupación, la kai Opaka colaboró
con la resistencia desde un refugio oculto. Solo al final se supo que
estaba oculta en el templo principal de Lahmar. Si pudiese contactar
con Opaka y contarle su caso...quien sabe, quizás consultando uno de
los Orbes... Se puso en pie y sin volver la vista atrás se encamino
al Templo, dispuesta a ser recibida por la kai fuera como fuera.
V
T'Brell
despertó en el lugar más extraño que había visto nunca. Estaba en
una habitación vacía, con las paredes y el suelo acolchados, todo
de color blanco. Ella estaba vestida con un mono blanco, la única
prenda que llevaba encima, ya que estaba descalza.
-¿Hola,
hay alguien ahí?
Un
silencio absoluto fue su única respuesta.
-¿Qué
lugar es este? ¿Porqué me han traído aquí?
Una
ventanilla se abrió en una de las paredes por la que se asomó un
rostro inequívocamente vulcano.
-Hola
T'Brell. ¿Cómo te sientes?
-Una
pregunta extraña para un vulcano.
-No,
teniendo en cuenta tu enfermedad.
-¿Enfermedad?
¿Quién es usted?
-Soy
el Dr. Selak.
-¿Selak,
el neurólogo?
-El
mismo. ¿Me conoces?
-Leí
sus trabajos cuando...
-¿Si?
-¿Por
eso estoy aquí? ¿Por mi síndrome del Trelium-D?
-Así
es. Vamos a ensayar un tratamiento.
-¿Sin
mi consentimiento?
-No
estás en condiciones de decidir, estás ofuscada por tus emociones,
nosotros arreglaremos eso.
-No
hay nada que arreglar. Es mi vida, yo decido como vivirla.
Selak
miró a su espalda y se dirigió a otras personas que T'Brell no
podía ver.
-¿Lo
ven? Típica reacción emocional de los afectados por este síndrome.
Cuando
acabó de pronunciar esas palabras cerró la ventanilla dejando a
T'Brell aislada. La vulcana se lanzó contra la ventanilla y empezó
a golpearla con los puños.
-Sáquenme
de aquí. No tienen ningún derecho a retenerme de este modo.
Continuó
golpeando y maldiciendo en todas las lenguas que conocía hasta caer
agotada obteniendo solo silencio como respuesta. Finalmente se sentó
en un rincón de su celda, se obligó a calmarse y empezó a pensar
como diablos había acabado en aquella situación. Poco después cayo
dormida a causa del gas sedante que le administraron por el conducto
de ventilación.
-----------
Abrió
los ojos y vio al Dr. Selak frente a ella. Estaba de pie apoyado en
la pared de la ventanilla.
-Hola
T'Brell. ¿Cómo te sientes?
Otra
vez aquella maldita pregunta. Aunque no era realmente la pregunta lo
que la irritaba, sino el tono en que aquel hombre la hacía. Un tono
que decía claramente:”Soy superior a ti, puedo hacer lo que quiera
contigo”.
-¿Cómo
quiere que me sienta después de haberme secuestrado?
-¿Secuestrado?
Nadie te ha secuestrado. Te hemos traído aquí por tu bien, estás
enferma y vamos a curarte.
-¿Dice
que no me han secuestrado?¿Y como llama a traerme aquí en contra de
mi voluntad?
-Como
ya te dije, no estás en condiciones de tomar decisiones.
-¿Y
qué hay de Adam? ¿Le han preguntado a él si está de acuerdo con
esto?
-¿Tú
esposo? Pues claro que está de acuerdo. ¿Quién crees que nos ha
pedido que te tratemos?
-¡No,
no puedo creer eso!
-Tus
emociones desatadas te estaban volviendo impredecible. El empezó a
temer por la seguridad de vuestra hija, por eso nos llamó.
-¡Miente!
-respondió lanzándose contra Selak, pero cuando iba a golpearle lo
atravesó.
-¡Un
holograma!
-Claro.
¿No pensarás que iba a encerrarme aquí dentro contigo, verdad?
Eres demasiado impredecible.
-¿Qué
van a hacerme? ¿En qué consiste ese tratamiento?
-Pronto
te traerán la comida, si te portas bien y te lo comes todo, te
enviaré un documento donde se explica tu tratamiento, pero si das
problemas, me obligarás a castigarte. De ti depende que esto sea
fácil o difícil.
El
holograma se esfumó y unos segundos después se materializó una
bandeja de comida. T'Brell la cogió, se sentó en un rincón y
empezó a devorar su contenido. Mientras lo hacía analizó la
conversación con el Dr. Selak.
Todo
estaba mal allí. La celda de aislamiento, las promesas de premio o
castigo... Todo era demasiado primitivo, totalmente impropio de un
sistema médico tan avanzado como el vulcano.
Aquello
era un engaño. Adam jamás la habría traído a un lugar como este.
Aún desconocía los motivos, pero solo podía tratarse de un
secuestro y su primer objetivo debía ser escapar de ese lugar.
Un
objeto se materializó en la celda, era el documento del que le había
hablado Selak (debía recordar no llamarle doctor). Lo cogió y leyó
el título. Estaba en lengua vulcana: “Método Selak para el
tratamiento del Síndrome de Alteración Emocional en vulcanos a
causa de la toxina Trelium-D”. Fue a la primera página y
empezó a leer.
Cuando
terminó, no podía creer lo que había leído. Todo era una sarta de
estupideces que parecían salidas de un centro psiquiátrico anterior
a la época de Surak. Ese Selak debía estar loco y se negó a creer
que Adam hubiese pedido su internamiento en un lugar así. O le
habían engañado o realmente no sabía nada de todo eso. Tenía que
escapar y contactar con el exterior antes de que ese loco pusiera en
práctica sus métodos con ella.
----------
Calculó
que habían pasado unas seis horas cuando la puerta de la celda se
abrió. T'Brell permaneció en el rincón fingiendo estar dormida,
vio como entraba una enfermera con un hipoespray, dejó que se
acercara y saltó hacia ella dejándola inconsciente de un golpe en
la barbilla. Cogió el hipoespray ya que era lo único que podía
usar como arma en aquel lugar y salió de la celda.
Se
encontró en un largo pasillo con puertas a ambos lados, escogió una
dirección y empezó a correr. Poco después encontraba una puerta
con una mirilla, observó a través de ella y pudo ver una sala de
espera. Deambulando por ella estaban cinco personas, dos con
vestimentas médicas, las otras tres usaban monos como el que ella
llevaba. Al otro lado de la sala podía verse otra puerta. Decidió
que valía la pena el riesgo y cruzando la puerta empezó a atravesar
la sala a toda velocidad.
-¡T'Brell!
¿Qué estás haciendo?
Se
detuvo en seco al reconocer la voz. Se giró hacia ella y vio a Adam
junto a Selak, ambos parecían salir en ese momento de un despacho
que no podía verse desde la puerta por la que ella llegó.
-¡Adam!
Suerte que has llegado. Sácame de este horrible lugar.
-¡T'Brell!
¿Intentabas escapar? No debes hacer eso cariño.
-¿Pero
qué estás diciendo? Tú no puedes estar de acuerdo en que me
encierren en este sitio.
-Pues
claro que si. ¿Ya no recuerdas que lo hablamos?
-No.
-¿Y
tampoco recuerdas que en tu último ataque de ira casi dañas a
Alicia?
T'Brell
se quedó helada al oír esas palabras. No, no podía ser cierto,
jamás habría atacado a su hija, siempre había estado convencida de
que la niña le había ayudado a equilibrar sus recién descubiertas
emociones.
Miró
a su esposo a los ojos, buscando ese calor, ese apoyo que siempre
encontraba en ellos y solo vio un vacío. Entonces le golpeó con
todas sus fuerzas.
-¡Tú
no eres mi esposo!
Fue
al fondo de la sala y atravesó la otra puerta a toda velocidad.
VI
Cuando
Ezri Dax despertó todo estaba extrañamente oscuro.
-¡Luces!
La
orden verbal no produjo ningún efecto. Buscó a su esposo con la
mano pero Julián no estaba allí, en realidad, por lo que pudo
notar, no estaba en su cama sino en un camastro individual y bastante
duro por cierto. Se puso en pie y andó a tientas hasta que encontró
un interruptor, lo pulsó y una puerta se abrió frente a ella. Cruzó
al otro lado y ahogó un grito de sorpresa al reconocer el lugar.
Estaba en uno de los pasillos de DS9.
-¿Pero
qué rayos estoy haciendo aquí y cómo he llegado?
Se
puso a recorrer el pasillo, por lo visto, era una sección poco
transitada. Mientras andaba meditó sobre la extraña situación en
la que se encontraba. Sin duda la habían drogado y llevado hasta
allí mientras estaba inconsciente, pero... ¿Quién? ¿Porqué?
Llegó
a una intersección y miró los indicadores para saber donde se
encontraba. Buscó en sus recuerdos de cuando vivía en ese lugar y
recordó que el pasillo en que ahora se encontraba daba a una sección
de almacenes.
Decidió
esconderse allí hasta encontrar la forma de averiguar algo de todo
ese asunto. No podía simplemente presentarse ante las autoridades de
la estación, no podía fiarse de nadie hasta saber algo más. Tomó
el nuevo pasillo, escogió uno de los almacenes que no estaba sellado
y entró. Encontró un buen escondite tras unas cajas que contenían
cierres auto-sellados, se acurrucó y empezó a elaborar un plan.
De
pronto oyó unas voces que se acercaban por el pasillo, eran un
hombre y una mujer.
-Te
dije que debíamos atarla. A saber donde estará ahora -dijo el
hombre.
-Estaba
drogada, no creí que se despertara tan pronto -respondió la mujer.
-Además no puede salir de la estación sin que lo sepamos, la
encontraremos tarde o temprano.
Había
algo extrañamente familiar en la voz de la mujer, estaba segura de
haberla oído antes, pero no lograba ubicarla. Escuchó como los dos
desconocidos entraban en varios almacenes hasta que finalmente lo
hicieron en el que ella se encontraba.
-Tú
por ese lado, yo miraré por ahí -dijo el hombre.
Los
escuchó moverse de un lado a otro mientras los haces de sus
linternas danzaban por las paredes del almacén. Uno de ellos, no
estaba segura de cual, pasó muy cerca de ella pero no descubrió su
escondite. Pasó un rato así hasta que al final se rindieron y se
dirigieron a la salida. Se atrevió a mirar a través de una rendija
y en ese momento la linterna del hombre iluminó el rostro de la
mujer. Ezri tuvo que hacer un esfuerzo para no emitir un grito de
asombro. Ahora sabía porque le sonaba su voz, pero era imposible,
empezó a pensar que se había vuelto loca. Había visto ese rostro
una infinidad de veces, ante un espejo...
Era
el rostro de Jadzia.
-----
Esperó
varias horas después de que Jadzia (o quien diablos fuera esa mujer)
y su acompañante se marcharan y se atrevió a salir del almacén.
Recorrió varios pasillos hasta que llegó a un sector habitacional,
encontró una habitación vacía y entró. Puso en marcha el
replicador de la habitación y pidió algo de comida. No se entretuvo
en ese lugar, cargó con la comida y volvió al almacén, se escondió
en su rincón y se puso a devorar lo que llevaba.
-Se
que estás aquí, sal ahora mismo.
Se
agazapó aún más en su escondite.
-Cometiste
un error al usar ese replicador. Gracias a eso te hemos localizado.
Continuó
agachada y en silencio hasta que alguien apartó las cajas tras las
que se escondía y le apuntó con un fáser. Era Jadzia. Le hizo un
gesto con el arma y Ezri se levantó con las manos en alto.
-Por
ahí -dijo Jadzia.
-¿Quién
eres? -pregunto mientras avanzaban por los pasillos de la estación.
-¿No
es evidente?
-¡Y
un cuerno! Tú no eres Jadzia, ella murió en esta misma estación.
-Parece
que los rumores sobre mi muerte fueron exagerados.
-Que
te zurzan. ¿Quién eres realmente, un clon o alguien modificado
quirúrgicamente?
-Te
lo creas o no, soy la verdadera Jadzia.
-Vale,
admitámoslo. ¿Qué quieres de mi?
-Deberías
haberlo adivinado ya.
Ezri
se detuvo y se volvió hacia la mujer.
-¡Quieres
a Dax!
-Chica
lista. Y ahora andando, ya casi hemos llegado.
Jadzia
le hizo entrar en un almacén que estaba vacío, a excepción de
algunas personas que parecían estar esperándolas.
Reconoció
a algunas de ellas y eso hizo que aumentara su asombro. Allí estaban
Kira y Odo (¿Cuando había vuelto?), Quark, Garak, Morn y otros a
los que no conocía.
-Es
hora de que me devuelvas lo que es mio por derecho. Tú, pobre niña,
no eres digna de portar a esa noble criatura que habita en tu
interior.
-Ya
he oído antes esas palabras, el que las pronunciaba estaba loco.
-Es
posible, él te habría arrancado a Dax de tu abdomen sin ningún
miramiento. Yo voy a darte una oportunidad.
Kira
se adelantó llevando dos bat'leth y entregó uno a cada una.
-Esto
es una locura. ¿Quién demonios eres? ¿Quienes son esa gente? Los
verdaderos no se comportarían de ese modo.
-¡Vamos,
espabila pequeña! Ninguno de ellos te consideró jamás una amiga.
Te toleraron porque cargas a Dax, pero eso se acabó. ¡En guardia!
-¡Mientes!
-Eres
tan inocente, casi lamento tener que matarte. ¡Defiéndete niña!
Ezri
levantó su bat'leth dispuesta a defenderse y deseando despertar ya
de esa maldita pesadilla.
-No
te será tan fácil, eres más rápida, más fuerte, pero yo conozco
todos tus trucos Jadzia.
-He
aprendido algunos nuevos -respondió alzando su arma y atacando.
VII
Julián
Bashir terminó su recorrido por la nave en su propio camarote donde
le esperaba su esposa, dormida, como todos los demás. Se obligaba a
si mismo a visitarla la última, para que nadie, en un futuro,
pudiese acusarle de favoritismo. Pulsó su comunicador.
-Aquí
Bashir. ¿Cómo ha ido su ronda Dra. Solís?
-Todo
en orden doctor, la tripulación se mantiene estable.
-Bien,
duerma un rato, reléveme dentro de seis horas.
-Así
lo haré doctor.
Entró
en su camarote y se acercó a su esposa que reposaba en su cama.
Comprobó sus constantes vitales y vio que seguía estable. Igual que
el resto de la tripulación. Todos tenían una salud perfecta,
excepto que habían caído en ese inexplicable sueño profundo. Solo
él y su ayudante, la Dra. Elena Solís permanecían despiertos. Era
extraño, parecía que los causantes de aquella epidemia supieran que
ellos dos eran los más preparados para cuidar de los demás.
Pidió
algo de comer al replicador y se sentó a la mesa. Mientras comía
hizo memoria de como llegaron a esta situación.
----
Tres
días antes se dirigían al sector B-43 para una misión diplomática
cuando Grant anunció:
-Capitán
detecto un objeto en nuestro camino, a esta velocidad nos
encontraremos con él dentro de siete horas aproximadamente. Tiene
aproximadamente el tamaño de nuestra nave. Parece...¡Capitán, es
biológico!
-¿Quiere
decir que está vivo?
La
Rouge se emocionó. Había oído hablar de seres vivos que
sobrevivían en el espacio, pero hasta ahora nunca se había
encontrado con ninguno.
-Señor
Ren, salgamos de warp. Nos acercaremos a ese ser a velocidad de
impulso. No queremos dañarlo ni asustarlo. Sr. Norn, que venga al
puente nuestra exobióloga, a ver que puede decirnos de ese ser.
Cuando
estuvieron lo suficientemente cerca, pudieron ver que no se trataba
de un solo ser, sino de un grupo de seres pequeños, del tamaño de
un puño. Se movían al unísono, como un banco de peces o una
bandada de aves.
-¿Qué
opina doctora? ¿Cree que pueden ser inteligentes?
Gal'Adriel,
la nueva exobióloga vulcana del JTK arqueó una ceja.
-Dado
su pequeño tamaño, es poco probable capitán, pero nunca se sabe.
Si me permite capturar un ejemplar yo...
-De
momento no doctora. Estúdielos desde la distancia, preferiría no
molestarlos.
-Como
guste.
En
ese momento sucedió algo inesperado. Los seres dieron la vuelta y se
dirigieron hacia el JTK. Se movieron a una velocidad inesperada para
unos seres vivos, en un par de segundos habían rodeado completamente
la nave.
-Capitán,
estos seres se están pegando a la nave y están drenando su energía
-anunció a través de los altavoces la jefa de ingenieros Mina Lars.
-Están obstruyendo las barquillas, tengo que parar los motores o el
núcleo warp estallara.
-Hágalo.
-Listo
capitán. Han dejado de drenar nuestra energía, pero siguen rodeando
el casco.
-¿Dra.
Gal'Adriel? Esto parece un comportamiento inteligente. ¿No le
parece?
-Es
posible, pero también pueden estar actuando por instinto si la
energía desprendida por nuestros motores les sirve de alimento.
-Entonces
si ponemos en marcha los motores, volverán a drenarnos.
-Es
muy posible.
-Y
si permanecemos parados, estaremos varados aquí quien sabe cuanto
tiempo. Es como un mar de los sargazos.
-Un
símil acertado capitán.
-Bien,
envíen un mensaje a comandancia explicando nuestra situación y
pidiendo ayuda, tal vez otra nave pueda remolcarnos si permanece
alejada de esos seres. Otra cosa, Sr Norn...
La
Rouge nunca acabó la frase, en ese momento cayó al suelo sin
conocimiento. Cuando Bashir accedió al puente y escaneó a la
capitán no salía de su asombro.
-¡Fascinante!
-¿Qué
le pasa doctor? ¿Es grave? -preguntó Norn.
-Bueno...por
lo que veo, no le pasa nada, solo está dormida.
-¿Dormida?
Pero...¿Puede despertarla?
-Eso
creo -dijo Bashir aplicando un hipoespray al cuello de la capitán.
Esperaron
unos segundos pero no pasó nada. En ese momento escucharon un golpe
sordo en el puente, se volvieron y vieron al teniente Grant en el
suelo. Bashir se acercó y le examinó.
-¿Y
bien, doctor? -preguntó Norn.
-Es
lo mismo que le pasa a la capitán. Se encuentra perfectamente, solo
está dormido.
Poco
a poco todos los tripulantes del JTK fueron cayendo en ese extraño
sueño profundo. Al principio Bashir hizo que los caídos fuesen
llevados a enfermería, pero pronto su número sobrepasó la
capacidad de la misma y el doctor ordenó que todos fueran llevados a
sus respectivos camarotes.
Ocho
horas después de que cayera la capitán, solo quedaban en pie Bashir
y Solis y ya llevaban 48 horas en esa situación, así que ya era
poco probable que a ellos dos les pasara lo mismo que a los demás.
Habían conseguido llevar a todos los tripulantes hasta sus
respectivos camarotes y desde entonces habían estado trabajando en
descubrir las causas de esa extraña epidemia.
Aunque
Bashir sospechaba que los pequeños seres que rodeaban la nave eran
los causantes, no podía asegurarlo completamente ni tampoco como y
qué les estaban haciendo exactamente a sus compañeros.
El
sonido del comunicador le sacó de sus pensamientos.
-Dígame
doctora.
-Ya
terminé mi turno de descanso, ahora le toca a usted doctor.
-Bien,
gracias.
Bashir
se tumbó al lado de su esposa y exhausto como estaba, no tardó en
quedarse dormido.
VIII
Julián
Bashir estaba en la enfermería repasando los últimos escaners que
había efectuado a la capitán La Rouge y al comandante Norn cuando
recibió un aviso de la computadora.
-Recibida
una llamada de la USS Crazy Horse-C.
-Pásela
a enfermería.
El
monitor de enfermería se encendió mostrando el rostro de un
andoriano.
-Capitán
Glem, me alegra verle señor.
-¿Doctor
Bashir? ¿Donde está la capitán La Rouge?
-Toda
la tripulación se encuentra inconsciente señor, solo la doctora
Solis y yo permanecemos conscientes.
-¡Por
todos los dioses, toda la tripulación! ¿Es grave?
-Su
salud es perfecta, solo están...¡dormidos!
-Estaremos
en su localización en una hora doctor. Haremos lo que podamos por
ayudarles.
-Capitán,
mi consejo es que se mantengan ustedes a distancia, esto también
podría afectar a su nave.
-No
podemos simplemente sentarnos a mirar doctor.
-Lo
comprendo, pero de momento la tripulación del JTK no está en
peligro. Si la situación varía les avisaré. Les mando mis informes
sobre la situación. Que su gente los estudie, tal vez ellos vean
algo que a mi se me haya escapado.
-Está
bien doctor, si su opinión como médico es esa, nos mantendremos
apartados, pero quiero que envíe informes a mi equipo médico cada
doce horas.
-Lo
haré señor, gracias por venir.
-¿Qué
otra cosa podía hacer si no? Seguiremos hablando. Glem fuera.
Cuando
la comunicación con el JTK se cerró Glem se puso en pie.
-Comandante,
convoque una reunión del estado mayor en treinta minutos.
-Si
señor.
Victoria
Ramírez, la comandante de Crazy Horse abandonó el puente para
prepararlo todo.
-----
Esther
La Rouge despertó pronto, bajó a la cocina y empezó a preparar el
desayuno. Huevos, pan tostado, cereales, café recién hecho...pronto
el aroma de la cocina inundo la estancia. “Nada de replicadores en
casa de los La Rouge” decía su padre. Ella odiaba esa frase de
pequeña, pero ahora adoraba la filosofía de su padre respecto a la
comida. Devoró literalmente el desayuno, escribió una nota para que
la familia no se preocupase por su ausencia y abandonó la casa.
Por
suerte, ese era el día libre de la familia, el restaurante
permanecería cerrado para que los La Rouge pudieran descansar. Eso
le daba la oportunidad de investigar. Entró en la biblioteca pública
y se sentó ante un terminal. Una vez más accedió a la información
pública de la academia y buscó el anuario de su primer curso. La
posibilidad de que hubiese cometido un error la primera vez se esfumó
cuando vio las fotografías. Toda su promoción estaba allí, todos
menos ella. Accedió entonces al segundo curso y notó otro cambio.
Faltaba otro de los alumnos de primero, Alex Armstrong.
Recordó
a Armstrong, era un buen estudiante, pero tenía dificultades con la
mecánica warp. Sus notas en esa asignatura pusieron en peligro su
paso al segundo curso. La Rouge le ayudó con la asignatura y
finalmente Alex aprobó y pasó el curso. Pero en esta realidad, ella
no estaba para ayudarle, seguramente suspendió y no pudo seguir en
la academia. Tuvo una intuición, seguramente sería una estupidez
porqué Alex no podía reconocerla en esta realidad, pero la mecánica
temporal a veces se comportaba de forma estúpida. Buscó la
dirección de Alex y salió de la biblioteca.
Alex
vivía en París, en el Barrio Latino. Llegó ante la puerta de la
vivienda y tras dudar unos segundos llamó. La puerta se abrió y
mostró un sonriente Alex Armstrong.
-Hola
Esther, te esperaba.
-¿Me
esperabas? ¿Sabes quién soy? ¿Cómo...?
-Entra,
te explicaré lo que está sucediendo realmente.
------
El
estado mayor del Crazy Horse estaba reunido en la sala de juntas.
Glem había conseguido reunir una buena tripulación. Junto a él y
la Comandante Ramírez se encontraban:
El
Teniente-comandante John Twoyoungmen, un
descendiente de los apaches americanos, jefe de seguridad y tercero
en la cadena de mando.
La
Dra. Niara Nangó, exobióloga, jefe del departamento de ciencias.
La
Dra. Lenara Tarel, Médico jefe (Trill)
El
Consejero Horam (Bencita) y
El
Teniente Boren, jefe de ingeniería (Vulcano)
-Supongo
que todos han leído el informe del doctor Bashir -dijo. -¿Alguna
idea Dra. Nango? ¿Hay en sus archivos algo parecido a lo que nos
enfrentamos?
-No
es la primera vez que una nave de la federación se encuentra con un
ser vivo cuyo hábitat es el espacio, capitán. Pero es la primera
vez que nos encontramos con esta especie. No puedo decirle nada de
momento, apenas he tenido tiempo de estudiar a esas criaturas.
-Capitán
-la voz del teniente Flores, que había quedado al mando del puente,
sonó por el comunicador de la sala de juntas. -Siento interrumpir,
pero tiene una llamada del JTK.
-Pásela
aquí.
La
pantalla se ilumino mostrando el rostro de Bashir.
-Capitán
Glem, hay novedades. La capitán La Rouge ha despertado.
------
La
entrada al Templo de los Profetas estaba custodiada por dos vedeks,
pero Mina Lars traspasó sus puertas sin que estos la importunaran.
Una vez en el interior dudó hacia donde dirigirse, El templo estaba
conformado por un gran patio interior rodeado por las edificaciones
destinadas a la oración y vivienda de los vedeks residentes. Una
mujer vestida con la túnica de vedek se acercó a ella, le sonrió y
la tomo de la mano.
-Ven
conmigo pequeña -dijo.
Lars
se dejó guiar sin hacer preguntas, no sabía donde la llevaba la
vedek, pero por algún lugar había de empezar. Entraron en uno de
los edificios, recorrieron un largo pasillo y se detuvieron ante una
puerta.
-Puedes
pasar -dijo la vedek. -Kai Opaka te espera.
Lars
no dudó ni un instante, no importaba como la kai sabía que vendría,
lo que importaba es que lo sabía y que la recibiría. Cruzó la
puerta y allí estaba la kai, sentada en un sencillo taburete de
madera. Opaka le señaló otro asiento similar frente a ella.
-Siéntate
niña, te explicaré lo que está sucediendo realmente.
IX
Norn
estaba en la sala de entrenamiento, sentado en un silla que alguien
había colocado al lado del trono que había ocupado Katar como Gran
Maestro de la escuela. Frente a él estaban los pretendientes a ese
trono, Prang y Lamak.
-Bien
maestros, aquí estamos. Sabéis quién soy y cual es mi misión
aquí?
-Todos
aquí hemos oído hablar de ti maestro. El viejo maestro Katar te
tenía en gran estima- dijo Prang.
-Sabemos
porqué estás aquí maestro y respetaremos tu decisión, esa fue la
última voluntad del maestro Katar -añadió Lamak.
-Bien,
para empezar podríamos dejar el tratamiento, tantos maestros me van
a dar dolor de cabeza.
Los
dos hombres captaron la broma y asintieron.
-Empecemos
por vuestras habilidades en la lucha. Quiero que os enfrentéis, sin
armas. Recordad que lucháis por este trono, hacedlo de forma
honorable.
Ambos
hombres le saludaron con una reverencia, luego se pusieron cara a
cara y repitieron el saludo antes de empezar a luchar.
Norn
les observó atentamente mientras se enfrentaban. Prang era
evidentemente más fuerte, pero Lamak compensaba esa desventaja con
su mayor agilidad. Ambos eran magníficos luchadores y cuando detuvo
la pelea antes de que pudieran hacerse verdadero daño, Norn aún
seguía indeciso. Ya los había probado como luchadores, ahora los
probaría como hombres.
-Bien,
ahora quiero tener una pequeña entrevista con cada uno en solitario.
Tú primero Prang.
Lamak
se retiró dejándoles solos.
-Dime
Prang, ¿porqué debería elegirte a ti para ocupar el puesto de
Katar?
-El
maestro me consideró digno de ello. Nunca más habrá alguien como
él, nunca estaré a su altura, pero creo que puedo continuar su
trabajo.
-Sin
embargo, también consideró digno a Lamak. ¿Cómo te sentirías si
lo escogiera a él?
-Lamak
está tan preparado como yo, aceptaría esa decisión y me sentiría
feliz por mi amigo.
-Es
todo de momento, por favor sal de la sala y di a Lamak que entre.
Las
respuestas de Lamak a las mismas preguntas fueron casi idénticas a
las de Prang. Norn le despidió y se retiró a meditar. Dos horas
después, había tomado una decisión. Convocó nuevamente a los dos
candidatos en la sala de entrenamiento.
-Debo
deciros que ambos estáis preparados para ocupar ese trono.
Comprendo, ahora que os conozco, porque Katar no pudo decidir por uno
de vosotros. Me siento orgulloso de llamaros hermanos. Ya he tomado
una decisión, pero quiero que sepáis que no la he tomado en base a
vuestras cualidades como maestros. Ambos sois igualmente dignos de
ese puesto. Por eso, he tenido que encontrar el elemento
diferenciador fuera de este gimnasio. Prang, tú eres el heredero de
tu clan, algún día serás el cabeza de tú familia. Ese es un honor
que conlleva muchas responsabilidades, responsabilidades que podrían
distraerte de tus obligaciones como Gran Maestro. Lamak, en cambio,
al ser un miembro menor de su clan, nunca se encontrará en esa
tesitura. Por eso, y pensando en el bien de la escuela, mi elegido es
Lamak.
Norn
se levantó e hizo una reverencia a Lamak.
-Gran
Maestro, por favor, ocupa tu trono.
Lamak
hizo lo que se le pedía y Prang se situó frente a él e imitó la
reverencia que le había hecho Norn.
-Gran
Maestro, soy tu servidor.
-Lamak,
un consejo antes de marchar -dijo Norn. -Escucha los consejos de
Prang, deja que él te ayude en la dirección de esta escuela. Es una
pena que no pueda haber dos Gran Maestro.
Abandonó
la sala dejando solos a los dos klingon y salió al patio.
-Lo
has hecho bien Laurence.
Reconoció
la voz al instante y se volvió hacia ella consternado.
-¡Maestro
Katar!
-Si...
y no. Comprendo tu confusión. Acompáñame Laurence, te explicaré
lo que está sucediendo realmente.
-------
-Capitán
La Rouge, me alegro de verla recuperada.
La
Rouge sonrió ante la imagen del andoriano que se reflejaba en la
pantalla.
-Gracias
Glem. El resto de la tripulación también se va recuperando poco a
poco. Lo cierto es que ha sido una experiencia perturbadora.
-¿Entonces
han sido esas criaturas las causantes de esa rara epidemia?
-Así
es, pero no tenían mala intención, no son malvadas, la verdad es
que son como nosotros, exploradores. Lo siento, no puedo explicarle
más hasta que toda la tripulación esté despierta y esos seres se
hayan marchado. Mientras tanto, permanezca apartado, por favor.
-De
acuerdo, pero después de eso tiene que explicármelo todo, con pelos
y señales.
-Es
un trato. La Rouge fuera.
-----
Ezri
esquivó el ataque de Jadzia y contraatacó con un golpe circular de
su bat'leth que erró el blanco por milímetros.
-Te
había subestimado niña, eso ha ido de muy poco.
-Acabemos
con esto de una vez.
-Estoy
de acuerdo niña.
-Y
deja de llamarme así -dijo mientras atacaba a su rival.
Jadzia
era más fuerte, más rápida, pero Ezri conocía todos sus
movimientos y los predecía antes de que su rival los ejecutara y
respondía a estos con otros de su propia cosecha que Jadzia no
conocía. Tras unos minutos de combate ambas mujeres sangraban
superficialmente por varias heridas.
-¡Basta!
Todos
los presentes quedaron congelados al oír esa voz.
-¡Sisko!
-Es
suficiente por hoy señoras. Todo el mundo fuera, tú no viejo amigo
-dijo dirigiéndose a Ezri.
Todos
abandonaron el almacén en silencio. Cuando quedaron solos Sisko
abrazó a Ezri.
-¿Como
te va Dax?
-¡Capitán
Sisko! ¿Cuando ha vuelto?
-En
realidad no estoy aquí, y tú tampoco.
Sisko
sonrió ante la perplejidad que reflejaba el rostro de Ezri.
-Ven
conmigo viejo, te explicaré lo que está sucediendo realmente.
X
T'Brell
siguió corriendo perseguida por tres guardias de seguridad, de
pronto, aparecieron cuatro más frente a ella que le cerraban el
paso, giró en una intersección y siguió corriendo. Aquel lugar era
inmenso, llevaba quince minutos corriendo y aún no había encontrado
la salida. Dos guardias más la interceptaron, pero un par de golpes
bien ejecutados le dejaron el camino libre.
Cuando
consiguió salir del edificio se encontró en medio de una gran urbe,
pero no estaba en vulcano como supuso sino en la Tierra. Siguió
corriendo mientras los paseantes se apartaban asustados ante la
visión de una vulcana sudorosa corriendo descalza a toda velocidad.
Los guardias de seguridad continuaban persiguiéndola y empezó a oír
sirenas de la policía acercándose.
Se
metió en un callejón y encontró una puerta abierta, seguramente
una entrada trasera al edificio. Entró y cerró la puerta. Cuando
sus ojos se acostumbraron a la penumbra del interior identificó la
estancia como un vestidor de la institución que acababa de
abandonar. Varias vestiduras médicas colgaban de unas barras a lo
largo de una de las paredes.
“¿Porqué
no?” se dijo. “¿A quién se le ocurrirá buscarme en el mismo
lugar del que pretendo huir?”
Se
vistió con uno de los uniformes y se puso un gorro que le tapaba las
orejas y unas zapatillas. Salió de la estancia para encontrarse en
un vestíbulo. Se obligó a andar despacio, intentando parecer que
realmente tenía que estar allí, finalmente vio un comedor. Entró,
pidió algo de comer en un replicador y se sentó en una mesa de un
rincón. Comió despacio mientras pensaba en su siguiente paso. Si
jugaba bien sus cartas podría pasar unas horas allí, camuflada como
estaba y cuando todo estuviera más calmado volvería al vestidor,
buscaría ropas de civil y saldría por la puerta trasera. Después
vería como contactar con el JTK o con su familia en Vulcano.
De
repente alguien se sentó a su lado.
-Un
plan muy osado el esconderte aquí dentro -dijo La Rouge.
-¡Capitán!
-Tranquilízate
T'Brell -dijo cogiéndole la mano. - Voy a explicarte lo que está
sucediendo realmente.
-----
La
enfermera entró en la habitación como cada mañana a la misma hora
para darle el calmante.
-Buenos
días señor Grantiel. ¿Cómo se encuentra esta mañana?
-Mucho
mejor Kalia, gracias a sus cuidados.
Llevaba
ya siete días en ese hospital y había recuperado fuerzas, aunque
aún sentía dolores por todo el cuerpo. Tras el primer día solo
había fingido tomarse los calmantes, cuando se quedaba solo los
escupía y los escondía debajo del colchón. No quería estar
drogado cuando intentara fugarse. También había fingido estar más
débil de como se encontraba realmente.
Leumas
le había visitado e interrogado diariamente, pero él se mantuvo en
la historia de que no era un alienígena.
Cuando
la enfermera se acercó a él para darle la pastilla se incorporó y
le agarró la muñeca.
-Siento
mucho tener que hacer esto Kalia -dijo mientras daba un puñetazo a
la mujer dejándola inconsciente.
Fue
hacia la puerta pero estaba cerrada. Echó un vistazo a la habitación
en busca de algo que pudiera ayudarle y sus ojos se clavaron en la
bandeja de la enfermera. La cogió, se pegó a la pared justo al lado
de la puerta y arrojó la bandeja al suelo produciendo un gran
estrépito.
La
puerta se abrió de golpe y dos hombres entraron a la carrera. Grant
salió al pasillo, cerró la puerta de un golpe y empezó a correr.
Los
dos hombres de seguridad no tardaron más que unos segundos en abrir
la puerta y empezar a perseguirle mientras uno de ellos hablaba por
un comunicador. Un par de veces se encontró el camino cortado por
más agentes, pero él consiguió esquivarlos tomando algún pasillo
lateral pero al final se encontró rodeado y sin vía de escape. No
podía dejar que volvieran a atraparle, si eso sucedía podrían
drogarle y obligarle a decir la verdad. Solo encontró una salida, se
lanzó contra una ventana y la atravesó de un salto.
Fueron
dos pisos de caída, pero gracias a su entrenamiento consiguió
aterrizar sin más daño que una torcedura de tobillo. Empezaba a
levantarse cuando un automóvil se paró justo a su lado. Una de las
puertas se abrió y un hombre en su interior le dijo:
-¡Sube
rápido!
No
se lo pensó dos veces. Aunque desconocía las intenciones de ese
tipo, No podían ser peores que las de sus captores. Subió al
vehículo y cerró la puerta. El otro hombre arrancó a toda
velocidad. Entonces reconoció a su salvador.
-¡Comandante!
¿Como ha dado conmigo?
-Relájate
amigo -respondió Norn. -Voy a explicarte lo que está sucediendo
realmente.
----------
Laurence
Norn estaba relajándose en el Nivel-10 con una taza de te tamariano,
ese sueño había sido perturbador. Cuando se despertó lo primero
que hizo fue contactar con su vieja escuela en Kronos. Katar seguía
vivo y se alegró mucho por la llamada de su ex-alumno.
-¿Comandante
Norn?
Miró
a la figura que había interrumpido sus pensamientos. Era una mujer
klingon, una auténtica belleza. Llevaba el uniforme de la flota y
lucía en su cuello la insignia de subteniente.
-¿En
qué puedo ayudarle subteniente...? Perdón, no se su nombre. No la
había visto antes.
-Me
llamo V'Alizia. Y soy parte de la tripulación del Crazy Horse.
-¿Qué
puedo hacer por usted V'Alizia?
-¿Puedo
sentarme? Antes de hacerle mi petición me gustaría contarle mi
historia.
-Adelante.
-Verá
comandante...mis padres tuvieron que huir de Kronos por motivos
políticos. Pidieron asilo político en la Tierra y les fue
concedido. Yo nací y me crie en la Tierra, siguiendo las costumbres
humanas, pero sin olvidar mi herencia klingon. Eso me lleva ante
usted.
-No
comprendo...
V'Alizia
se puso en pie, se llevó un puño al pecho e hizo una reverencia.
-Maestro,
le ruego que me acepte como alumna.
Norn
no esperaba eso. Se quedó tan sorprendido que estuvo varios segundos
sin habla.
-¿Porqué
yo? ¿Porqué no vas a Kronos?
-Nadie
de mi familia puede volver a Kronos durante diez generaciones. Usted
es el único que puede enseñarme el arte del Mok'bara.
-Ya
veo...Si me hubieras pedido esto hace cinco días te habría
contestado que no acepto alumnos, pero después de la experiencia que
he vivido...¿Qué dice Glem de todo esto?
-He
hablado con los capitanes Glem y La Rouge, ambos aceptan mi traslado,
el JTK necesita un exobotánico y esa es mi especialidad.
-De
acuerdo, te acepto como alumna. Puedes trasladar tus pertenencias al
JTK. Te espero mañana en el gimnasio a las 600 horas, empezaremos tu
entrenamiento enseguida.
-Gracias,
maestro. Voy a prepararlo todo.
Epílogo
El
capitán Glem y la comandante Ramírez estaban reunidos con la plana
mayor del JTK.
-¿Así
que esos seres fueron los causantes de sus extraños sueños?
-Si,
fueron ellos -respondió La Rouge. -Esos seres forman una
inteligencia colectiva y nunca se habían encontrado con seres como
nosotros. Nuestras inteligencias individuales despertaron su
curiosidad, pero dadas nuestras diferencias no podían comunicarse
con nosotros. La mejor manera de conocernos que se les ocurrió
fueron hacernos entrar en una especie de coma e inducirnos esos
sueños.
-Fascinante,
pero...¿Porqué esos sueños tan inquietantes?
-Decidieron
que la mejor manera de comprendernos era colocándonos en una
situación anómala y ver como reaccionábamos.
-En
realidad, -intervino Dax -nos convirtieron en lo contrario de lo que
somos.
-No
se si la entiendo consejera -dijo Glem.
-Verá...La
capitán es alguien habituada al mando, a tomar decisiones
importantes que afectan a otra personas. Ellos la convirtieron en su
sueño en alguien sin importancia que tenía que acatar las órdenes
de otros, sus padres, todo porqué fue incapaz de tomar una decisión
importante como fue la de ingresar en la academia.
El
comandante Norn es un hombre de acción, habituado a encontrar
respuestas rápidas a situaciones violentas o de peligro. En su sueño
se vio obligado a afrontar un problema en que la violencia no tenía
lugar, solo usando la razón o la lógica encontraría la solución.
Grant
es el perfecto soldado, todo lo hace siguiendo las reglas y le
convirtieron en un criminal.
Convirtieron
a T'Brell en un ser irracional, devolvieron a Mina a un horror al que
se juró no volver y a mi me enfrentaron a un miedo que ya creía
superado, el de no ser digna de portar a Dax. En cuanto a Julián, no
les hizo falta dormirle. Cuidar de todos los demás fue la prueba
para él y la Dra. Solis. Los sueños de los demás tripulantes
seguían las mismas pautas. Por suerte, no llevaron el juego
demasiado lejos y nadie sufrió daño realmente.
-Y
luego -añadió Ramírez -simplemente siguieron su camino.
-Antes
nos explicaron porque hacían aquello. Todos encontramos en nuestros
sueños un amigo o una figura de autoridad que nos dio la explicación
necesaria.
-En
fin -dijo La Rouge -esperemos que si volvemos a encontrarnos hayan
hallado la forma en que la comunicación sea recíproca.
Fin
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